Hay
quien perece de sed en un río, quien agradece la gota en el desierto, quien se
muere rodeado de la vida, y quien se empreña en vivir entre los muertos.
Hay quien deshoja la flor por capricho y quien a diario se aferra a la
esperanza, quien con un soplo de amor inventa un mundo, y quien un mundo de amor
ya no le alcanza.
Hay quien ama la verdad más que a nada, y quien se quema con ella como el
fuego, hay quien quiere salir de las tinieblas y quien vive en la luz y sigue
ciego.
Hay quien pide piedad y no la tiene, quien fué piadoso siempre y no la implora,
hay quien lleva la cruz con valentía y quien cobarde y cruel, suplica y llora.
Del que ayer sufrió mucho y hoy se olvida y quien sin pena vivió, pero
reacciona, quien con pan y cobijo se revela y quien tiene razón y la traiciona.
Hay quien cree en un dios porque le teme y quien teme creer ante la duda, quien
se aferra un más allá tras de la vida y a quien lo mortal de la carne no le
asusta.
Hay quien espera un milagro que lo salve, quien se salva a sí mismo de la nada,
quien se niega y mezquina la ternura y quien reparte su savia enamorada
Rafael Amor